viernes, 16 de junio de 2023

Isabel Medina M.

 

 




Durante toda la vida  se va aprendiendo de las experiencias que se van adquiriendo, cada persona puede desarrollar habilidades, en caso de Isabel, logró tener una panadería de barrio, pero también tiene habilidades innatas, como hacer rosas de miga de pan, trabajar el pastillaje, perteneció al grupo de agricultora. Estuvo en varios cursos. 


También ha participado en concursos de cuento y poesía.

CUENTOS Y POESIAS


 RECUERDOS SON RECUERDOS

 Era como el año 1930, habían cerrado las oficinas salitreras porque había otro mineral que iba a suplantar el salitre. Se había paralizado el puerto de Pisagua, un empleado de Pisagua llamado Don Manuel, que trabajaba controlando los barcos que cargaban salitre, quedaba sin trabajo y mucha gente más. El decidió viajar a varias ciudades para ver donde se iba a trasladar, le gustó Calama, porque vió que Calama tenía vida y toda la gente hacía construcciones de casas, don Manuel tenía señora y cinco hijos, el mayor tenía 7 años y la menor, una guagua, esa era yo. Como él tenía sus ahorros y su desaucio, instaló un despacho. Con tan mala suerte que en ese tiempo se declaró una crisis, entonces empezó a faltar las cosas como el abarrote, según don Manuel, o sea mi padre, los negocios grandes guardaron su mercadería, los dueños eran Yutronic, Damianic, entonces mi padre empezó a vender bastante, el estaba contento, pero resultó que un día tomó su dinero y viajó a Antofagasta a comprar mercadería, el dinero no le alcanzaba para comprar nada, todo había subido de precio, entonces quebró y tuvo que trabajar en cualquier cosa, después trabajó en una oficina pública, pues el jefe lo conocía de antes. Pasó el tiempo, era el año 1932, se hizo de amigos, como había algunos terrenos en calle Cobija, que eran pantanos, que se veían fértiles, por un lado estaba la finca de Yutronic y por abajo puras vegas donde llevaban el ganado del señor Abaroa.

El señor Luis Oxman juntó varias personas, hizo un plano y colonizaron esos terrenos, se llamó colono agrícola Calama,

eran 42 personas: Ossandón, Varas, Miranda, Olivares, Medina, Plaza, Monterichar, Morales, Aguilar, Luna, Martinez, Choque, Araya, Maldonado y muchos más, quienes pidieron los terrenos en arriendo al fisco, y los nombraron como hijuelas, a cada uno le dieron 3 hectáreas.

Mi padre se levantaba a las 4 de la mañana a trabajar, tenía que trabajar con azadón para sacar la brea con junquillo, de a poco fue limpiando todo, sembró alfalfa y choclo, después hizo unas piezas de adobe, tenía un trabajador, una carreta y un machito, todo la familia iba día domingo y feriado. Con el tiempo tenía: cordero, cabras, caballos. Pasó el tiempo, yo tenía como 10 años, como en la finca había acelga, que en ese tiempo se vendían yo iba el miércoles en la tarde porque no tenía clases, tenía una amiga, nos íbamos por la acequia, donde corría el agua, mi amiga en un descuido se iba al pasto don daba tumbos carnero, al día siguiente me daban la luma porque el pasto se aplastaba. Lo bueno era que uno traía la acelga a la casa y la vendía, el dinero era para uno. Nosotros vivíamos en calle Ramirez, frente la cárcel. La casa tenía un patio muy grande, en la noche se veía el cielo azulito y se veían las estrellas, era muy lindo, y contábamos las estrellas,  haber quien contaba más. Como el patio era grande, teníamos conejos y gallinas, el trabajo mío era cuando llegaba de la escuela darle de comer a los animales, la otra hermana barrer, la otra lavar la loza, cada uno tenía que hacer algo.

Un día el papá trajo a la casa una cabra y se le arrancó por el patio y salió por Sotomayor y todos salíamos detrás de ellas, era para la risa. La casa tenía 4 piezas grandes y un asadizo, como antes llovía mucho, en invierno, en julio, febrero llamado invierno Boliviano, entonces mi mamá hacía unas sopaipillas muy grandes, las freía en un caldero, nosotros nos poníamos debajo de una mesa grande que teníamos, porque el comedor se llovía por partes.

En el tiempo de los choclos todos ayudábamos a hacer humitas, hacía un saco grande papero de choclo, mamá las cocía en un fondo grande, era para varios días, después las calentábamos en la plancha de la cocina y nos servíamos tostadas, así son muy ricas, los mismo que los pasteles en la cocina de carbón, quedaban muy sabrosos.  Son tiempos que uno no olvida.

Un día mamá se enfermó, le dió una fiebre ondulante, estuvo un año enferma la hospitalizaron en el hospital de Chuquicamata. Al otro año tuvo una guagua, fue niño, yo estaba muy contenta, porque siempre jugaba con las guaguas de las vecinas, me gustaba lavarlos y cambiarles ropa que tenía de mis  hermanos mayores. En la escuela tenía una profesora muy estricta, cuando no sabíamos la lección nos pegaba en las canillas con una regla. Cuando estuve en cuarto, tuve una profesora joven y muy buena, era como una amiga, recitaba muy bonito la serenata de Schubert.

Cuando estuve en quinto año, me inscribí en las brigadas de girl guide, entonces fuimos a pasear a: Ovalle, Coquimbo, a Serena, Andacollo, donde conocimos a la virgen, tenía un traje muy bonito, todo lo recuerdo como un sueño.

 Cuando salí de sexto año no puede seguir estudiando porque era corta de vista, a los cinco años sufrí un accidente por porfiada. Había una escuela vocacional, un día una señora me avisó que la directora tenía un curso de juguetería, fue como medio año, donde aprendí a confeccionar muñecas y varios asimilados. El esposo de la directora era cieguito, el palpaba las muñecas que yo hacía y decía estas las hizo Chela, ese año, hicimos muchos juguetes con la directora para la Gobernación.

Después yo hacía juguetes, cuando juntaba varios, los iba a vender a Chuquicamata o los cambiaba por tarros de conserva, porque en ese tiempo, habían pulperías y los gringos le daban a la gente una tarjeta para comprar las cosas, eran muy baratas, según de las personas que se conformaba la familia, tarjetas a los trabajadores para zapato, etc, todo era muy barato. Cuando se fue la Chilex Exploration, Chuquicamata quedó con Codelco, con los chilenos cambió todo, ya no le dieron tarjeta, le pagaron en dinero, la vida de la gente de Chuqicamata cambió totalmente.

Pasó el tiempo y nos cambiamos de casa, a calle Vivar, teníamos un negocio de compra y venta, pero siempre teníamos la finca, vendíamos choclo, las comerciantes del rubro de verduras, y las señoras compraban mucho choclo hacían fila donde Yutronic y Abaroa para comprar choclo, nosotros también vendíamos todas las tardes. No podía salir en las tardes a pasear, había un paseo en la calle Sotomayor, tocaban música con parlante y uno se paseaba. El domingo tocaban los músicos en la plaza en la mañana y en la tarde, mucha gente se paseaba en la plaza, eran tiempos hermosos, la gente era muy unida, casi todos nos conocíamos, Calama tenía 7.000 habitantes.

Para el año nuevo tocaban los músicos en la plaza y toda la gente se abrazaba a las doce se conocieran o no, apagaban las luces, después la gente se iba a su casa a cenar, ahora es todo lo contrario, se esperan las doce en la casa y después se sale a bailar.

El papá sembraba el 30 de agosto y para el 18 de septiembre, íbamos todos los domingos a la finca y días feriados, lo más lindo era corretear, ver el verde los árboles. Mi papá tenía un amigo y según ellos había un entierro en una parte que  sembraban y no salía nada. Un día se les ocurrió sacar el entierro, llevaban velas, tenían que seguir las velas y ellos las llevarían al entierro, pero no les resultó, porque las velas se apagaban con el viento. La gente contaba mucho que aquí en Calama habían muchos entierros de dinero, decían cuando Calama era de Bolivia, venían los burros con dinero por calle Cobija para pagar a la gente, y cuando supieron que Chile había ganado la guerra, enterraron la plata con burro y todo, otros decían que en el cerró la cruz, en una vertiente mucho se iban al cerro la Cruz a sacar el entierro, pero yo no se si lo encontraban o no.















Con amistades y familia





En vacaciones
















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